lunes, 19 de octubre de 2015

El pelo


Cuando era adolescente y sentía ganas de demostrar rebeldía siempre amenazaba a mis papás con raparme, claro, nunca lo hice. Si tenía la costumbre de cortarme el pelo y hacerme cambios radicales (para mi): melena, corto, largo, un lado corto y otro largo, etc.
Generalmente asociamos el corte de pelo con los cambios o cierre de ciclos y es así como: salir del colegio o de la universidad, ir a un evento,  peleas con el pololo, pueden terminar en un cambio de look. 

A principios de este año, había tomado la decisión de no cortarme el pelo y mantenerlo largo, todo iba en buen camino hasta que me dijeron quimioterapia, desde ese momento supe que se venía un cambio importante. Obviamente que tras una enfermedad, una toma una postura nueva de la vida y cualquier cambio que te sume es bien recibido. La primera vez que me dijeron quimioterapia sentí miedo, la segunda (el médico que me hace las quimios) dije: démosle con todo no más.

Desde mi punto de vista como mujer, creo que una de las cosas difíciles de aceptar en una situación así es la pérdida del pelo (claro que este tipo de enfermedad conlleva otras perdidas), ya que desde el punto de vista estético, nos afecta harto.
Te advierten que el pelo comienza a caer durante la segunda semana y es así, esa semana estuve con mucha picazón en mi cabeza, parecía que tenía piojitos. Me rasaba como condenada y además me salio acné en cuero cabelludo, por lo que además de rascarme tenia que tener cuidado de no pasarme a llevar los granitos para no infectarlos. Cada vez que me peinaba notaba que mi cepillo salía con más pelo pero como siempre fui pelucona decía: filo no se nota.



A los días caí hospitalizada y la cosa empeoró, cuando me solté el pelo en el hospital el colet sacó un montón de pelo, ahí comencé a sentir miedo. Esa misma semana tenia planificado raparme (se cayera o no el pelo, pero mi papá decía que esperara). Cuando tuve el mechón de pelo en mi mano dije: esta semana me rapo si o si, así que averiguamos dentro del hospital y nos dijeron que de una peluquería del frente siempre cruzaban a rapar a las personas, un amigo mío cuando me fue a ver me consiguió una tarjeta y la dejamos guardada para el momento.
Mientras estaba hospitalizada, no me lavé ni peiné mi pelo, cuando llegaba mi mamá con mucho cuidado me peinaba, cada vez que me levantaba al baño recogía  un puñado de pelo de la camilla, si alguien miraba al rincón de la camilla podía ver la colección de "Alfs" que tenia y ni hablar del suelo. 

La noche anterior del alta, sentí mi primer pelón en la parte de atrás de mi cabeza, entre en pánico. La mañana siguiente, cuando me dijeron que podrian dar el alta mi papá llamó a la peluqueria y cruzaron a cortarme el pelo, debo reconocer que estaba muerta de miedo, no sabria como me vería, cuantos pelones tendría, seguiría pareciendo mujer?, se me verá la cara muy redonda?, uff muchas preguntas súper profundas... jajaja
Ahí fue donde conocí a la Jessy (la chica que me rapo) ella quitó toda la tensión del ambiente, un personaje dulce y chorizo al mismo tiempo. 
Le pedí si me podía guardar el pelo y me dijo que había problema, salvó lo que pudo ya que al no lavarme ni peinarme en tantos días  estaba lleno de nudos. Hasta el día de hoy lo guardo.

En la pieza solo estaba mi mamá acompañándome, mi papá decidió salir. La maquina se prendió y por mi cabeza solo pasaba la idea de que se estaban haciendo realidad aquellas amenazas de rebeldía.
La maquina dejó de sonar y la Jessy me dijo: ya washita, estai lista, te veí terrible floppy (supongo que es como bkn). Te parecí a la Sinead o'connor (comentario mio: pero con retención de liquido :) )

Me miré al espejo y de verdad no lo podía creer.

Con los días el pelito que me quedó (me dejaron como 1 cm de pelo) se empezó a caer, era como si la raíz se deshiciera y salía al más mínimo tirón, como agarrar una pizca de sal (bañarme era un espectáculo).
Mi cabeza parecía mapamundi (zonas con y sin pelo), hasta que a mediados de la segunda quimio ya no tenia nada y mi cabeza brillaba como la de Krillin. 

Hasta el momento son pocos los que me han visto sin la pañoleta, creo que porque me acostumbré a andar con la cabeza cubierta y también, para evitar algunas miradas morbosas. Pero siendo súper sincera, creo que me veo más guapa y eso lo reservo para mi circulo más cercano. Al final el pelo no es más que una característica física, no te define ni como hombre ni como mujer,  nosotros en la sociedad le hemos atribuido ese significado. Lo importante es sentirse linda y segura una misma...  por ultimo, aún estando rapada no me veía rebelde!

1 comentario:

  1. Me gusto mucho esta última entrega Cami
    bstos y ya espero. la próxima ;))
    No se porque sale domiga
    soy Lía

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